A lo largo de los siglos, tanto pensadores filósofos como científicos de todo el mundo, pensaban que el ser humano se distinguía por tener su parte fisiológica –el cuerpo- y su parte de unión con lo divino –para unos el alma, para otros la mente-.
Y llegó Darwin con sus monos para echar abajo todas las propuestas anteriores. Y claro, surgieron las vanidades humanas.
Allá por principios del siglo XIX, se pensaba que las especies procedían cada una de un filón distinto creado por Dios y que los cambios que sufrían con el paso de los miles de años eran consecuencia de la necesidad de crear órganos o mejorarlos para su supervivencia –la jirafa tiene un cuello alto porque se fue estirando de generación en generación para así, llegar a las hojas más altas de los árboles-, es lo que se denominó la teoría del ‘uso y desuso’.
Fue Charles Darwin (1809-1882), quien en 1859 nos presentó en su obra ‘El origen de las especies’ una novedosa forma de explicar, no sólo la evolución de las especies, sino su origen y el por qué de una extinción.
No voy a contaros ahora la Teoría de la Evolución de Darwin, pero sí un dato curioso, una muestra más de la vanidad humana.
Recordemos que Galileo Galilei, en la imagen de la derecha, –inventor del Telescopio- ,fue condenado por la Inquisición a cadena perpetua, (condena que cambiaron a arresto domiciliario de por vida debido a su avanzada edad), por el hecho de demostrar que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol y no al revés.
Además de este hecho, vivió una problemática constante con filósofos jesuitas, con la Iglesia católica y con científicos y otros pensadores con marcado carácter religioso –bien por miedo, bien por negación de otras realidades-.
Pues, de repente, cuando durante siglos se ha pensado que el ser humano fue obra de Dios –os remito a la historia de Adán y Eva- surge Darwin dando una vuelta a la tortilla del origen de las especies y dando a entender que el predecesor más cercano del Homo Sapiens ¡¡es el mono!!
Y lo explicaba así Joaquín Leguina en su novela ‘Tu nombre envenena mis sueños’ (Plaza y Janés, 1992)
‘ Fíjate en el mono –le dije-. En realidad no es ni un chimpancé, ni un gorila, ni un mico, ni simio conocido alguno, más bien parece un hombre disfrazado de mono. Lo más curioso consiste en que esa cara patilluda corresponde a un personaje real: ¿quién?
Se detuvo mirando la etiqueta con cierta atención.
-No sé quién puede ser, contestó.
– La historia es muy hispana, dije en tono jocoso. La cara es la de Darwin. Ya sabes…cuando Darwin expuso su teoría de la evolución, todos los curas del mundo, especialmente los que lucen sotana pusieron el grito en el cielo: “del mono descenderá él, vocearon”. Y este fabricante de Badalona lo único que hizo fue llevar a su etiqueta de anís esa estúpida frase…’
En este caso, Darwin lució apoyos en el mundo de la Ciencia y su Teoría se mantiene hasta hoy, pero la vanidad de los poderosos no pudo contener su ira y dejaron muestra de ello
Y aquí es donde surge esta curiosa escena, este ‘regalo’ se lo hizo D.Vicente Bosch, empresario de Badalona, conocido fundamentalmente por ser el fabricante del “Anís del Mono” (Osborne y Cia, S.A.). La etiqueta es obra del pintor Ramón Casas.
Como siempre, os dejo un enlace por si estáis interesados en saber más sobre Charles Darwin, el padre de la teoría de la evolución:
Y de curiosidad en curiosidad, os dejo enlace a un artículo sobre un sorprendente hecho que tuvo lugar allá por principios del siglo XIX: EL CURIOSO CASO DE PHINEAS GAGE
¡Hasta la próxima!
1 comentario
A fascinating discussion is definitely worth
comment. There’s no doubt that that you should publish more
on this issue, it might not be a taboo matter but usually people don’t speak about such issues.
To the next! Best wishes!!