¡¡Estos fármacos son una locura!! – Parte I

 

No es droga todo lo que reluce

En el post anterior, ya expusimos de qué medios dispone el psiquiatra para tratar los trastornos mentales.

Así mismo, el psicólogo o la psicóloga, también se vale de esos mismos medios para comprobar los efectos de la medicación, buenos o malos, cuando el paciente vuelve a consulta y para sugerirle al psiquiatra, en caso de ser necesario, un cambio en el tratamiento. Recordad que esos medios son:

CIE-11 y DSM-V

Y esto lo aplica y hace seguimiento cualquier psicólogo, dentro de su especialidad. El clínico en todo tipo de tratamientos, el psicólogo social, el psicologo deportivo, el especializado en drogadicción….

Ahora que ya hemos acudido al psiquiatra y al psicólogo,  que ya nos han diagnosticado nuestro problema y que hemos comenzado el tratamiento que nos ayudará, os voy a explicar de la forma más simple posible y en varios posts qué son esos tratamientos, cómo funcionan, por qué no todo son drogas (ni dopan), por qué tenemos efectos secundarios durante unos días y que hacen que nos encontremos aún peor y a grosso modo, cómo funcionan nuestras neuronas en el cerebro.

 

Todo ello, despacito y en varios posts para que no se os líen las ideas más que nuestras neuronas en el cerebro.

Hoy, y para no empezar la casa por el tejado, comienzo explicando brevemente qué pasa en nuestro cerebro.


cerebro

Esta es la imagen que nos viene cuando pensamos en cómo es nuestro cerebro: un amasijo de algo gris, que coge forma de nuez y en el que nos cabe de todo y no sabemos por qué.

Pero hay mucho más de lo que podemos apreciar a simple vista. Ese amasijo gris son millones de neuronas conectadas unas a otras, que al verlas con nuestros ojos toma ese aspecto de la imagen superior.

¿Qué ocurre realmente dentro?

Vías neurales en el cerebro

Entre otras cosas, sucede lo que veis en la imagen. 

Esas vías coloreadas, son neuronas que conectan unas con otras para comunicarse, y como todo comunicación, eso implica un intercambio de información. 

La información, básica para nuestro funcionamiento, no se transmite en forma de palabras, sino de sustancias.

Muchas de esas sustancias os sonarán. 

Los tipos de vías neurales de nuestro cerebro y las sustancias que fabrican son:

Vías Dopaminérgicas – Dopamina

Vías Serotoninérgicas – Serotonina

Vías Glutamatérgicas – Glutamato

Vías Noradrenérgicas – Noradrenalina o Norepinefrina

Vías Gabaérgicas – GABA

Son como carreteras dentro de nuestro cerebro, con los vehículos con paquetes de información, con sus cruces y sus llegadas a fin de trayecto.


Vale, ya tenemos las carreteras, ahora nos centraremos en qué ocurre cuando llega la información al final de un trayecto, es decir, al final de una neurona.

NEURONA

Neurona

Como veis no es muy complicada, de izquierda a derecha tiene su cabeza o cuerpo celular, con sus pelos revueltos que son dendritas, su tronco o axón y su patitas que también son dendritas. 

La información le llega a través de las dendritas situadas en su cabeza, -en ocasiones puede llegarle a través de otras dendritas-, se transmite a través de todo su axón (tronco) y llega a las dendritas de sus patas, a partir de ahí vuelve a comenzar el trayecto puesto que esta neurona pasará información a otra que le sigue, y así sucesivamente.

Pero, ¿para qué sirve esa transmisión de información?

Pues la verdad es que la información que se transmiten es simple: actívate o no te actives. 

Y así, cada una sabe lo que tiene que hacer.

No os voy a meter mucho más rollo, sólo comentaros, que el que una neurona se active o no, (se inhiba), depende de la información que llegue en los paquetes: fabrica y segrega las sustancias que pusimos más arriba: la dopamina, la serotonina, el glutamato, la noradrenalina y el GABA o no lo hagas.

En el próximo post, os escribiré sobre cómo se intercambia esa información y qué son esas sustancias que tanto conocemos.

¡Espero no aburriros!

Os dejo una frase que dice mucho de lo que es nuestro cerebro:

Soy un cerebro, Watson

El resto de mí es un mero apéndice

Arthur Conan Doyle. La piedra de Mazarino


 

 

 

 

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Mi psiquiatra dice que estoy loco

«Mi psiquiatra dice que estoy loco»

 

Frase típica y tópica de todo aquel o aquella que teniendo algún trastorno mental, confunde la locura con dicho trastorno.

Es algo culturalmente lógico ya que a lo largo de la Historia, los trastornos mentales han sido vistos como un proceso de locura, a veces temporal, a veces permanente.

Trastornos mentales

Ya en la cultura griega A.C. , de la cual nació la idea de «enfermedad mental«, la dotó de una explicación demonólogica.  Filósofos griegos dedicaron mucho tiempo de su pensamiento a intentar entender la «locura», para unos todo se trataba de algo físico: si en el cerebro se halla la razón, el cerebro funciona mal. Para otros, que fusionaban la razón con el alma, existían dos tipos de enfermedad: la física y la mental, que más que locura, era una «inspiración divina».

Más tarde llegaron otras culturas para definir el concepto de locura; los árabes, los cristianos… nos hacemos una idea, viendo el resultado en el siglo XXI, del daño -irreparable en mi opinión, hasta el día de hoy- que hicieron estas ideologías tan radicales y tan superficiales a la vez.

Y es por esto, que aún hoy, se piensa que cualquiera que tenga un trastorno mental, es un loco. 

 

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¿Realmente creéis que alguien con un trastorno o enfermedad mental está loco? 

 

¿Cuál es exactamente para vosotros y vosotras el concepto de locura? (os dejo un rato para que lo penséis).

Piensa


Espero que haya sido tiempo suficiente…

Ciertamente nuestro cerebro es muy complicado y muy particular. Su complejidad no ha impedido, sin embargo, que se puedan estudiar las conductas, emociones, sensaciones, sentimientos y síntomas fisiológicos, que se producen cuando se padece algún tipo de trastorno o enfermedad mental.

También ha existido históricamente la lucha entre lo fisiológico y lo mental, como algo separado. Si en tu cerebro algo va mal, es por causa fisiológica. Bueno, en parte tienen razón. Hay una parte fisiológica en todo trastorno, pero también una parte mental.

Pero…. a lo que vamos…

 

¿Os habéis preguntado cómo hacen psicólogos y psiquiatras para diagnosticar las enfermedades mentales?

 

Cuando los médicos tienen que medicar, busca detenidamente en un libro llamado Vademecum. En él encuentra todos los medicamentos del mercado farmacéutico con los componentes y cantidades, sus incompatibilidades, etc…

Pues los psicólogos y psiquiatras disponen de unos orientadores basados en síntomas, tiempos y conductas. 

Esos orientadores se llaman CIE y DSM:

CIE: Clasificación Internacional de las Enfermedades

DSM: Diagnostic and Statistical Manual

DSM5

Ambos orientadores sirven para diagnosticar de la forma más precisa hoy día, qué tipo de trastorno o enfermedad mental padece una persona. Así, al psiquiatra le será más fácil diagnosticar y tratar, al psicólogo le será más fácil hacer la terapia y a la persona, le será más fácil vivir.

De repente, (bueno, a lo largo de años y años de estudios e investigaciones científicas), nos encontramos con que podemos determinar qué tipo de trastorno o enfermedad mental padece una persona y podemos encontrar el tratamiento adecuado, -algo que también se lleva estudiando años y años-, para que esa persona pueda llevar una vida normal.

Tanto la CIE como el DSM, han ido evolucionando según lo hacía la investigación científica. Y ahora mismo psiquiatras y psicólogos de todo el mundo utilizan las versiones CIE-11 y DSM-5. 

¿Cómo se diagnostica con estos «ayudantes»?

 

Básicamente: 

1– Se recogen categorías diagnósticas

2– Se describen las categorías

3– Se dan una serie de criterios a cada categoría. De estos criterios te especifican cuál es el número mínimo que se deben cumplir para poder diagnosticar el trastorno determinado.

Quizá se entienda mejor con un ejemplo:

Ansiedad y pánico

Trastorno de ansiedad:

  • Definición: presencia predominando de síntomas de ansiedad, siendo éstos irracionales y excesivamente intensos, persistentes y perturbadores para la persona.
  • Categorías, subcategorías y criterios:
    • Trastorno de pánico – con y sin agorafobia –
    • Ataque de pánico – con sus distintos tipos –
    • Fobias
    • Trastorno de ansiedad generalizada (TAG)
    • Trastornos asociados a factores biológicos
    • Trastornos de ansiedad de separación (TAS)
  • Una vez hecha la categorización, se procede a construir el síndrome (número de síntomas que se pueden dar cuando se padece el trastorno). Por ejemplo, en un ataque de pánico y según el DSM IV, el síndrome queda definido como un episodio de intenso miedo o molestia, durante el cual, y alcanzándose el pico a los 10 minutos aproximadamente, se dan al menos 4 de estos síntomas:
    • Palpitaciones
    • Sudoración
    • Temblores
    • Sensación de respiración dificultosa o ahogo
    • Sensación de atragantarse
    • Dolor o molestias en el pecho
    • Náuseas o malestar abdominal
    • Sensación de vértigo, inestabilidad, mareo o desmayo
    • Sensación de irrealidad o despersonalización
    • Miedo a perder el control o volverse loco
    • Miedo a morir
    • Sensación de entumecimiento y hormigueo
    • Escalofríos o sofocaciones
  • Delimitación del trastorno de pánico: todos hemos podido pasar alguna vez por esta situación, hemos tenido un ataque de pánico de forma puntual, pero no por ello seremos diagnosticados de trastorno de pánico ni de ansiedad. Para ser diagnosticado, tienen que estar dentro de una serie de delimitaciones:
    • Requiere que existan ataques de pánico inesperados, recurrentes y que al menos un ataque hay estado seguido durante al menos un mes de: 
      • quejas recurrentes de tener nuevos ataques – te preocupa que allá donde vayas te pase
      • preocupación por los ataques y sus consecuencias – me va a dar un infarto o algo
      • cambio significativos en las conductas de la persona – no tomo sustancias que me hagan sentirme así, sale solo, no sé cuándo, ni dónde, ni con quién. Me quedo en casa y no salgo por si acaso. Me daré de baja en el trabajo. Que algún amigo o vecino me traiga la compra…

Como vemos, estos orientadores, son fundamentales en psiquiatría y psicología porque también orientan a los profesionales cuando hay mejoría de síntomas o desaparece un síndrome o parte de él. Orientan para hacer una valoración de respuesta a terapia y tratamiento, y si es necesario, hacer algún cambio.

Amigos y amigas, no sufrimos locura, padecemos trastornos y enfermedades mentales, como padecemos otros trastornos y enfermedades fisiológicas.


Una pregunta importante:

 

¿Si acudes al médico cuando sufres dolores de cabeza continuados o tienes problemas digestivos recurrentes…. por qué no acudes al psicólogo o al psiquiatra cuando tu trastorno o enfermedad mental no te permite vivir?

Pensadlo.

Pronto os escribo sobre los tratamientos para los trastornos mentales, veréis que no es droga todo lo que reluce.

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Darwin y sus monos: Vanidades. Una historia al menos, curiosa.

A lo largo de los siglos, tanto pensadores filósofos como científicos de todo el mundo, pensaban que el ser humano se distinguía por tener su parte fisiológica –el cuerpo- y su parte de unión con lo divino –para unos el alma, para otros la mente-.

Y llegó Darwin con sus monos para echar abajo todas las propuestas anteriores. Y claro, surgieron las vanidades humanas.

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El pequeño Albert

Este es uno de los experimentos más famosos de la historia de la Psicología.

Lo que se trataba de probar era que una reacción emocional, como el miedo, durante la infancia podría ‘crearse’ fácilmente mediante el método del condicionamiento clásico o pavloviano (en honor a su descubridor Petrovich Pavlov). (más…)

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Neurociencia: el ‘milagro’ científico para mantenerte saludable

Cerebro humano

La NEUROCIENCIA.

Se encuentra mucha información en internet sobre esta novedosa Ciencia que, en ocasiones, puede dar lugar a pensar que es una pseudociencia.

Esto es por el simple hecho de que se entremezcla con temas energéticos, sobre naturales, orientales, etc… visiones en las que no todo el mundo cree.

Pero la realidad es que es una Ciencia de verdad que en un futuro no muy lejano cambiará nuestra manera de cuidarnos.


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